EL CUERVO GRAZNÓ

Sucede que a veces los planes se desinflan. 

Hay momentos en los que las ganas de algo se tambalean y llegan las dudas. Ir o no ir. Quizás sea la pereza la que cuando quiere abraza fuerte y consigue robar la energía.

Así se había despertado el sábado la chica que no deja de soñar. Sin muchas ganas de nada. Apática.

Pero recibió un mensaje de una amiga loca y dijo que sí. Se levantó del sofá y gritó: Habrá que!


La chica que no deja de soñar se puso ese vestido que todavía no había estrenado. El que guardaba en el armario para una ocasión especial. 


Es muy cabezota. Sigue sin ser consciente de que las ocasiones especiales son todas, que la vida no regala oportunidades, que los planes inesperados siempre son los mejores, que no hay que esperar para tomar un café que se desea, para estrenar un vestido bonito, para abrir esa botella de vino...


Decidió que no había mejor ocasión que ver en directo a su banda favorita de extreme metal.


Se maquilló y se vistió con su mejor sonrisa. Esa que ahuyenta todo lo negativo.


KARONTE empezaron a la hora prefijada en el Teatro Concha Espina.


La noche la encontró con distancia de seguridad entre butacas, cantando con la mascarilla puesta, disfrutando del concierto estando sentada y aplaudiendo con todas sus fuerzas. Fue raro no poder hacer headbanging a pie de escenario. Cosas de la nueva normalidad... 


Sin embargo, ha disfrutado como siempre.  La sonrisa de felicidad oculta bajo la mascarilla cadavérica daba prueba de ello. Y es que cuando la música merece la pena nada puede resultar mal pese a las nuevas circunstancias.


«En cada árbol oir como grazna el cuervo, arrancar sus alas y gritar...No hay maestro, no hay esclavo, no hay pecado en el paraíso sin fe» 


Se quedó con ganas de más canciones, pero eso es algo que la sucede siempre con Karonte.


El día había empezado sin ganas y al final la noche fue perfecta. Música de diez, reencuentro con personas que hacía siglos que no veía, cerveza artesana y buena compañía.


Al llegar a casa, lanzó un beso de polvo de estrellas a sus ángeles y mientras lo hacía recordó una frase que la habían dicho esa noche: joder, qué guapísima estás, qué delgada. Te veo distinta, más feliz, te brilla la mirada...


Y entonces reflexionó sobre cuánto se había apagado y lo gris que la percibía la gente sin que ella hubiera sido consciente.


La chica que no deja de soñar se durmió con una sonrisa radiante brillando en sus labios. Porque ahora su estrella si brillaba, su esencia latía y no había cadenas que la ataran ni la cortasen las alas.


Los sueños de la chica que no deja de soñar se mecieron al ritmo de:


https://m.youtube.com/watch?v=E2BE6qIqtjc


El cuervo graznó y ella durmió feliz...




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