RAÍCES

Pequeñas constelaciones,

La chica que no deja de soñar se siente inquieta. Busca la Luna de Nieve tras el cristal de la ventana. La siente, pero no puede verla. La oculta una gran nube negra.

Cierra los ojos y le implora que salga de su escondite. Necesita su brillo más que nunca.

Necesita respuestas para los sueños de noches anteriores. Siempre ha recibido señales en sus sueños. Sabe que esta vez también tratan de decirla algo, que hay un mensaje a descifrar. Igual que cuando la habla su padre y la abraza, y al despertar se levanta reforzada y más segura de sí misma.

La chica que no deja de soñar presiente que ha llegado el momento de no postergar más el cambio que los elementos llevan pidiéndola a gritos desde Samhain. Es tiempo de centrarse en su yo espiritual para que todo su alrededor vuelva a resurgir con la vibración adecuada.

La época oscura ya quedó atrás. Los graznidos de su cuervo preferido ya no están para alertarla del peligro de seguir estancada en el mismo sitio, ya no están para azuzarla y darla fuerzas para hacer frente a sus miedos y avanzar.

Ella sabe que ahora está sola y que ya no puede abandonarse más.

Siente sus raíces en cada gota de su sangre, su esencia nació para pelear cualquier batalla y enfrentarse a todo aunque el pánico la susurre en la nuca que caerá derrotada.

La chica que no deja de soñar prende las velas y el incienso y se sienta en la cama con las piernas cruzadas.

Cierra los ojos otra vez. Necesita respuestas y sabe que solo las hallará en su interior si es capaz de escuchar.

Nadie la conoce mejor de lo que se conoce a sí misma. Es consciente de todos sus defectos, de todo lo que no la gusta en su vida y de todo lo que quiere cambiar. Sabe que la batalla más dura la vive cada día para hacer frente a su ansiedad, a la incertidumbre del no saber qué sucederá en ese futuro sin cerrar por el que está peleando con todas sus fuerzas.   

Se centra en su respiración. Reza a la Luna Llena para que la ayude a limpiarse de todo lo negativo, para que la regale su brillo y la muestre el camino de regreso a casa. Allá donde la motivación para cuidarse tanto por dentro como por fuera nunca la abandonaba. Allá donde las sonrisas se prendían solas con cualquier canción. Allá donde se sabía fuerte e indestructible y nada la alteraba. Allá donde nunca miraba para atrás ni para coger impulso. Al fin y al cabo, tampoco hacía tanto tiempo que se había desviado. Aunque una parte de aquella mujer ya no la quiera recordar más, hay otra parte que echa mucho de menos.

La chica que no deja de soñar necesita transportarse a otro mundo. A un mundo donde la oscuridad y la luz se funden para completar almas. A un mundo donde los cuervos graznan, donde la tierra vibra y se deshace en barro mojado por la lluvia para abrazar cada paso pronunciado, donde la claridad de la luna irradia traspasando la piel. Allí donde traslucidas las venas muestran la fortaleza de las raíces de su árbol.


La chica que no deja de soñar busca Danheim en su móvil y da al play en Youtube. Suena Hefna.

Entra en el trance de la guerrera que se reconstruye desde adentro. Que se acepta todas las imperfecciones, que se limpia y se desprende de todo lo que sabe que ha de eliminar de su vida, que se reconstruye como tantas veces sabiendo que esta vez no será como las demás.

Expira. Inspira. Siente a la Luna. Sabe que este camino ha de hacerlo sola, pero que también hay un montón de energías latiendo desde otro lado haciéndose escuchar. Puede oírlas a lo lejos. Hablan con voz clara y tono directo. La regañan. Y ella sabe que es por su bien.

Inspira. Expira. Sus pulmones se expanden. La época oscura ya ha quedado atrás. Ya no se siente pequeña ni perdida en medio de la nada esperando que la nieve desactive los latidos de su corazón para que las adversidades no la duelan. Aunque la queda mucho camino por recorrer para llegar a su meta, ahora ya sabe dónde está y tiene muy claro hacia dónde se va a dirigir, y en qué manos no caerá jamás.

Expira. Inspira. Siente la claridad de la Luna de Nieve fulgurando entre el polvo de estrellas que la compone. Allí resplandecen todas sus grietas. Las grietas de heridas que ya no sangran. Están cerradas y ya no tiene miedo a que la vida la produzca más. Sabe que más tarde o más temprano sanará.

Inspira. Abre los ojos y sonríe. Una voz en su interior la dice que es tiempo de florecer. Que cuando llegue la primavera ha de pillarla con una sonrisa gigantesca prendida en sus labios, con la fuerza de una guerrera pulsando indestructible en su interior, con un fuego llameante dentro de su corazón. Porque ella nació para brillar, para aprovechar cada instante como si fuera el último, para vivir momentos inolvidables que inmortalizar en recuerdos, para latir sin silenciarse, para incendiar el mundo e incendiarse. Sin miedos, sin preocupaciones excesivas, sin lastres. En libertad.

La chica que no deja de soñar observa la noche a través del cristal de la ventana.

Una carcajada se escapa desde el fondo de su garganta al encontrarse a la Luna brillando sin rastro de nubes. Y tras ella, volando cerca: sus ángeles. Cuidándola. Como siempre.

Le guiña un ojo dándole las gracias. Siempre que la reclama sale de donde quiera que esté para ayudarla.

Lanza un beso de polvo de estrellas. Llegará a donde tenga que llegar.

https://www.youtube.com/watch?v=ujPAlm_DHo0

1 comentario:

  1. Hermosas palabras y hermosa metáfora. El árbol necesita de sus raíces para subsistir y, por un lado, lo limitan a permacer ligado a ese suelo. Pero, también, son el elemento que les otorga gran parte de la energía que precisan para crecer.

    Gran entrada.

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