ALMA PERFECTA

Pequeñas constelaciones,

Nos preocupamos tanto por tener un cuerpo perfecto que nos olvidamos de lo más importante: tener un alma perfecta.

Que nuestra mente esté equilibrada junto con los latidos del corazón.

¿Por qué nos empeñamos en que vayan en dirección contraria?


De nada sirve amarnos por fuera si no nos conocemos por dentro, si no tenemos los muebles de nuestra alma colocados en el lugar indicado donde deben estar.

Cada ser humano somos el conjunto de decisiones tomadas, tanto las buenas como las erróneas. De sueños por cumplir que nos alimentan y de ilusiones conseguidas que nos ayudan a mantener la esperanza. De amores que nos peinan las alas y desamores que nos destrozan al completo. De llegadas y de despedidas continuas. De perder a las personas importantes de nuestra familia y aceptar la muerte como un proceso más de la vida. De sonrisas que nos dan calor y de lágrimas que nos hacen tiritar de frío. De cicatrices cosidas a suspiros y heridas que aún sangran.

Nadie está intacto. Todos tenemos rasguños. Es lo bonito de vivir y de experimentar nuestras consecuencias.

¡Qué importante es vaciar la mochila de los días gastados! ¿Verdad? Dejarlos atrás y soltar para volver a empezar. Comenzar todas las veces que sea necesario para seguir respirando, para experimentar cada día como se merece. Para aprovecharlo como si fuera el último, como si nos fuéramos a morir al día siguiente.

Qué importante y qué jodidamente difícil…

 ¿Cuántas veces hemos cambiado los muebles de sitio?

Sin quedar a gusto.

¿Cuántas veces nos hemos caído y levantado?

Cansados.

¿Cuántas veces hemos buscado respuestas en el silencio de la naturaleza queriendo encontrar señales que nos digan algo?

Sin respuesta.

¿Cuántas veces nos ha pillado la madrugada observando a través del cristal de la ventana con una tila en la mano para deshacer los insomnios acumulados?

Latidos desacelerados.

¿Cuántas veces hemos agotado el cuerpo para conseguir el silencio de la mente?

Tantas.

Demasiadas.

Hasta el colapso.

Hasta que llega el momento de mirarse al espejo y aceptar que hay algo dentro de nuestro interior que no va bien. Que una parte de nosotros se siente rota y a la vez vacía, sin equilibrio. ¡Cómo duele! ¡Cómo desangra!

Hasta que aceptamos que hemos dejado de brillar otra vez porque no nos encontramos, que no podemos escucharnos porque hay interferencias en el dial que no nos permiten hacerlo.

Hasta que aceptamos que la ansiedad nos está devorando y que debemos parar en seco para no matarnos. Aunque eso nos haga sentirnos como un guerrero derrotado, magullado y débil y que no tiene ni idea de cómo levantarse.

Hasta que aceptamos que debemos refugiarnos en nuestros propios brazos y respirar hondo. Muy hondo. Hasta que nos sintamos totalmente preparados para volver con fuerza, para alzarnos. Siempre con la cabeza alta.

¿Por qué vemos siempre lo perfecto en los demás y no conseguimos reconocernos a nosotros mismos? ¿Por qué nos postergamos? ¿Por qué nos vamos dejando de escuchar? ¿Por qué nos es tan fácil mirar hacia afuera y tan difícil pararnos a observar adentro?

En lucha para conseguir mi alma perfecta. En busca de respuestas. En busca del equilibrio necesario, la luz entre las sombras, la esencia.

Un beso de polvo y magia hacia las estrellas.

Llegará a dónde tenga que llegar…

https://www.youtube.com/watch?v=CDMIbVFCz7A

MI VOZ...

Pequeñas constelaciones,

El calendario marca un nuevo año. Uno de enero del 2021.

Afuera graniza. Los montes cercanos tienen sus picos algo nevados. Las vistas son espectaculares. Las observó durante unos minutos con la mirada perdida, como queriendo que me susurren algún mensaje.

Parece que el invierno está aquí y que tiene muchas cosas que decir. O quizás me lo parece a mí porque necesito una señal que me ayude a encontrar respuestas.

Dicen que será un año mejor que el fatídico 2020 que dejamos atrás. Un año lleno de posibilidades a descubrir. Para mí el 2020 no ha sido tan malo. Ha sido un año de finalizar estudios, de empezar otros que marquen el destino de mi futuro. Y he salido vencedora. Pero lo he terminado tan agotada mentalmente, que parece que mis pilas internas necesitan recargarse.

Sé que debería enmarcar en rojo las nuevas metas a conseguir. Para eso compré la agenda de Frida Kahlo. Quizás anotándolas sea más fácil luchar por ellas. Sin embargo, este año todo está siendo distinto.

En otras circunstancias, haría quince días que las tendría apuntadas. Pero esta vez no. Estoy tardando. Demasiadas dudas. No sé ni por dónde empezar.

La tormenta se acerca. Puede escucharla cada vez más próxima y eso me da un poco de esperanza. Me encantan las tormentas porque siempre me relajan. Y es justo eso lo que necesito ahora.

Agua, granizo, tormenta. ¿Será que la naturaleza trata de decirme algo?

Siempre tan de señales. Siempre atenta.

Miro por la ventana mientras se me enfría el último café del día. El último café del uno de enero, y pienso en mis sueños.

En esos sueños que siempre me han ayudado a sobrevivir con una sonrisa en mis días grises.

Sueños literarios. Porque sí, mis sueños siempre han ido vestidos de palabras. No sé si buenas o malas. Tan solo: palabras.

También por ellos estoy dudando. Porque la única constante que siempre se ha mantenido en mi vida se está tambaleando.

Últimamente la inspiración me falla. Las palabras se repiten, los sentimientos giran en torno a las mismas sensaciones. Al igual que los días. Demasiado rutinarios. Quizá sea por eso que me siento como si estuviera escribiendo en un continuo déjà vu. Y como lectora sé que eso no es bueno.

Siento que mi voz se está apagando. Quizás es que necesite de silencio para regresar con más fuerza, ganas e ilusión. Porque en este nuevo año, donde ya debería haber apuntado todos esos proyectos nuevos a escribir, que ya están perfilados en las libretas, la agenda sigue en blanco.

Y eso al igual que el granizo y la nieve... Es una señal.

Quizás. Quizás. Quizás. Comienzo este mes con un montón de quizás tanto en mi cabeza como en mi corazón, y solo puedo suspirar esperando a que esta sensación se vaya. Intento apagarlas con Netflix, con horas de series y películas que apaguen este sentimiento que me asfixia.

Es por eso que he decidido esperar a ver qué pasa. He lanzado las runas y me han dicho que debo pararme a reflexionar antes de avanzar. Diferente pregunta. Misma runa. Eso también es un mensaje. 

Así que he decidido el permitir a Odín que me brinde lo que desee. Esperar a que la naturaleza me exprese lo que tiene para decirme.

Intuyo que lo que más necesito ahora es mirar dentro de mí, desempañar la niebla, focalizar el futuro, lucharle, y dejar que el fuego arrase con todo lo que sobra.


Mirar adentro, arreglarme y acomodarme, para poder transmitir hacia afuera.

Silencio. Mi voz necesita silencio por un tiempo para recobrar fuerzas, para escuchar el susurro de otras voces de forma nítida.

La tormenta vuelve a latir. Ya está encima del tejado. El relámpago ha hablado. Voy a cerrar los ojos y a escuchar sus gritos para acompasarla a los latidos de mi corazón. Necesita llenarse de esa rebeldía inquebrantable.

La noche abraza cada esquina. Las farolas ya están prendidas. Miro al cielo. No puedo ver las estrellas pero sí sentirlas. Lanzo un beso. Hoy es más polvo, es más cenizas… 

No sé a dónde llegará... 

 

 

DESPERTAR EN TU MIRADA, de YOLANDA REVUELTA

Pequeñas constelaciones, Hace mucho que no escribo en este blog porque lo abandoné por otro universo paralelo. Al igual que dejé de escribi...