DESPERTAR EN TU MIRADA, de YOLANDA REVUELTA

Pequeñas constelaciones,

Hace mucho que no escribo en este blog porque lo abandoné por otro universo paralelo.

Al igual que dejé de escribir reseñas en ese rincón "Mi Sangre Derramada" que desde su inauguración en 2011 me abrió tantas puertas que escondían tanto libros como personas. Algunas de ellas siguen a mi lado y ese fue el mejor regalo.

Hoy quería escribir una nueva reseña. Hace mucho que no me sumerjo en una lectura devorándola, y por ello quería escribir unas palabras, ya que hay historias que merecen la pena ser descubiertas.

No he podido hacerlo en Mi Sangre porque ya no me acuerdo de las contraseñas y al no estar en casa no las tengo a mano.

Por ello he decidido mostrarlas aquí. Porque si algo me ha enseñado la vida es que no hay que dejar de decir las cosas que se quieren decir. En este rincón de polvo de estrellas donde los sueños siguen haciéndose realidad. Y puede que esto haya pasado porque es el sitio adecuado. El universo de libros, sueños y palabras siempre se sentirá mejor desde las estrellas.

Sigo siendo la chica que no deja de soñar, por lo tanto, creo que no hay mejor lugar para hablar de las historias que nos hacen soñar con otros mundos.

Sin más dilación, unas palabras sobre el nuevo libro de Yolanda Revuelta. Por fin desvirtualicé este sábado y acudí a la Feria del Libro de Torrelavega para conocerla y llevarme su libro firmado. Tan cerca y todavía no nos habíamos abrazado. Tenía que ponerle remedio.

Me llevo muchas cosas más, pero esas quedan para ella y para mí.

¡Y aquí lo teneís! Una breve reseña porque estoy muy desentrenada...

Despertar en tu mirada, de Yolanda Revuelta 




Con una pluma inteligente, dulce y con estilo propio, la autora nos presenta a unos personajes muy bien perfilados a los que enseguida coges cariño.

Tanto Henar como Manel son dos protagonistas fuertes, con carácter y cuyos corazones rotos tienen que aprender a resurgir de sus propias cenizas antes de aceptarse y de dar los pasos que el destino quiere que den.

Algunos de los secundarios me han parecido entrañables: Anuca, Rodi, Bea, Candela, y a otros enseguida les he cogido un poco de tirria, pero quizá ese era su cometido: Muriel y Victoria. Lo que está claro es que todos cumplen su papel a la perfección.

Todos provocan ganas de descubrirlos a cada página. 

Aunque parezcan sencillos por su cercanía son personajes con mucho que expresar y que provocar en el lector, ya que invitan a la reflexión sobre lo verdaderamente importante en la vida.

De las cosas que más me han gustado de la lectura, ha sido la ambientación. Tan realista y a la vez tan bucólica, Yolanda consigue, con sus justas descripciones, que como lectores nos sumerjamos rápidamente en la historia que ha creado, que queramos disfrutar de cada rincón de su mano. 

La tierruca siempre tiene magia y me ha encantado descubrir otros matices gracias a Yolanda. 

Nos va mostrando de a poco paisajes maravillosos de descripciones genialmente trabajadas, que en ningún momento detienen la lectura, sino que la agilizan enlazando sentimientos y escenas, y eso hace que te quedes embobada capítulo tras capítulo.

La autora nos propone una trama repleta de emociones a flor de piel, con diálogos sinceros y directos, sin rodeos, y alguna que otra sorpresa y giros inesperados que no dejarán de mantenernos alerta hasta el final. Porque si algo ha conseguido Yolanda es no dejar de soprenderme.

Como cántabra he disfrutado muchísimo de esta historia,  me he perdido en Ruiloba, Luaña, Cóbreces, Cabezón, El Bosque de Secuoyas que es tan especial para mí.

Despertar en tu mirada de Yolanda Revuelta es un libro mágico con el que olvidarse del mundo, un libro que habla sobre las cicatrices que nos asolan el corazón cuando la vida nos golpea fuerte, de la capacidad de las personas para hacernos daño sin pretenderlo, y de cómo el amor es y siempre seguirá siendo el motor del mundo.

Y el final, solo diré que las últimas palabras hacen de esta aventura todavía algo más especial. Es de esos finales que se quedan grabados en el corazón.

Gracias a Yolanda por esta historia tan cercana y bonita.


+Se lo recomiendo a tod@s l@s lector@s que gusten del género romántico, que crean en el amor verdadero, ese que llega cuando no buscas nada y que desmonta todos tus planes, que te demuestra que hay momentos en la vida que generan un antes y un después, y que hay personas sin las que el mundo ya nunca vuelve a ser igual y por ese motivo debemos tratar de tenerlas muy cerca.



Espero que os parezca interesante y os guste este descubrimiento.

Un abrazo de polvo de estrellas...

POLVO DE ESTRELLAS

Pequeñas constelaciones,

Con un café en la mano, la chica que no deja de soñar está haciendo recuento de todos los fragmentos que ha escrito en este rincón desde que lo comenzó durante la pandemia.

Estos desvarios eran una mezcla entre vivencias reales y aquello que la gustaría que pasase. Era su manera de escapar. De perderse en otros universos para evitar aquello que la consumía y que la hacía sentir que los designios de la vida la estaban robando un tiempo que jamás iba a recuperar.

La pandemia, en realidad, a todos nos robó un tiempo que nunca vamos a recuperar. Pero también enseñó a valorar lo verdaderamente importante, lo que teníamos, lo que realmente contaba.

Resulta que dentro de Cassiopeia hay muchos momentos regalados a al imaginación. Ella tenía la esperanza que de tanto escribir esos sueños se hiciesen realidad. Pero los sueños están hechos de un material incontrolable y nunca resultan como imaginamos, ni llegan de la forma que habíamos escrito.

Lo que nunca imaginó era que el destino la tenía preparado un camino que todavía desconocía, y que por ello era imposible que pudiera soñar con ello.

Casi siempre, la realidad es mejor que esas ficciones que nos ayudan a hacer de los días grises algo menos gris.

¿Por qué?

Porque esas ficciones que soñamos son solo una parte de lo que podemos conseguir. Cuando soñamos siempre lo hacemos en base a algo que palpamos, a lo que conocemos, a lo que nos gustaría cambiar.

Sin embargo, hay un porcentaje de sueños realizados que corresponden a lo que no podemos controlar y que la vida tiene preparado únicamente para nosotros.

Es lo que le ha sucedido a ella. Que la vida la ha sorprendido con otra realidad mucho mejor a la que anduvo soñando.

No sabe cuánto la durará. Eso solo lo podrá pronunciar el tiempo. Pero si los supiéramos no lo disfrutaríamos igual. No sabríamos apreciarlo con la misma intensidad.

Lo que sabe es que desde hoy, ella escribirá polvo de estrellas con tintes de realismo. Y que también habrá espacio para los sueños…

Porque aquella alma que deja de soñar, está muerta en vida. Y ella ya no se deja apagar con facilidad. Permanece brillando cueste lo que cueste. Y cuando se apaga es solo para coger nuevas fuerzas.

La chica que no deja de soñar se acaba el café con un sabor dulce en el paladar. Sonríe. Quizás ahora las cosas están “un poco” más donde deben estar.

La chica que no deja de soñar: imagina, sueña y crea polvo de estrellas. Y esas partículas llegarán a donde tenga que llegar.



HAKU

Pequeñas constelaciones,

A veces las cosas no se dan como deseamos, a veces simplemente los caminos se tuercen y debemos aceptar los designios del destino. 

La chica que no deja de soñar se siente triste.

El destino ha querido que Haku, el pequeño gatito que había adoptado junto a su barbudo, no llegase a casa. Era un pequeñín que no llegaba al mes, pero al entrarle catarro y conjuntivitis no ha podido superarlo.

Entrada la mañana, recibieron el mensaje de que lo ingresaban. Minutos más tarde, decían que había muerto, y eso les dejó en shock. Aunque parte de su corazón ya lo esperaba. Había una voz en su cabeza que lo gritaba.

Estaban ilusionados porque era su proyecto conjunto. Una locura de esas a las que uno se lanza cuando ve una imagen y se enamora al instante. Ay, los amores a primera vista...

Cuando observan los juguetes que habían comprado, a la chica que no deja de soñar le entra un pellizco en el estómago.

Ella cree demasiado en las señales. Lleva mucho tiempo haciéndolas caso, llevan muchos años susurrándola para que ahora no las quiera hacer caso.

Todo en la vida sucede por algo. Así como las cosas que no se dan por mucho que nos empeñemos en ello, también tienen su significado. Y debemos escuchar.

Aunque está triste, aunque algo dentro de su corazón se ha apagado, ella es de esas personas que siempre se queda con lo bueno. Todo depende del matiz con el que queramos ver lo que sucede.

La ilusión compartida, las bromas sobre a quién querría más, la de cosas que iba a tirar de las estanterías, el amor que le iban a dar...

¿Y lo mejor de todo?

Que le pudo tener en sus manos y acariciarlo. Y su chico también. De hecho con él se quedaba dormido y tranquilo. 

Que gracias a Haku, se encontró con quien había sido su mejor amiga, con la que por cosas de la vida no se hablaban desde los 19 años, y que gracias al Covid habían vuelto a retomar el contacto, más maduras, sin prejuicios y sin malos rollos.

Haku ha sido el puente para que volvieran a abrazarse. Y solo con eso, a la chica que no deja de soñar, la melancolía no consigue atraparla del todo.

Todo sucede por algo.

Haku siempre será ese rayito de luz que une y fortalece la amistad de quienes siempre tuvieron sus hilos rojos cruzados.

Si la chica que no deja de soñar y su barbudo, deben adoptar...

Odin y Freyja proveerán.

Hoy en Cassiopeia, brilla una estrella más. HAKU.

La chica que no deja de soñar lanza un beso de despedida mirando al cielo. Hoy, su beso es solo para él, para su pequeño blanco como la nieve y gris como las sombras.

Sus labios susurran:

- Descansa y conviértete en polvo de estrellas.


ALMAS

 


“Los encuentros más importantes han sido planeados por las almas antes incluso de que los cuerpos se hayan visto.” Paulo Coelho.

Pequeñas constelaciones,

Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo…

La chica que no deja de soñar se siente feliz, pero también duerme con un ápice de miedo entre los rincones perdidos de su subconsciente porque no quiere que la burbuja de felicidad en la que se encuentra balanceándose explote y todo desaparezca.

Dicen que la vida siempre sorprende en el momento más inesperado y ¡es verdad!

Es entonces cuando entiendes que nada sucede por casualidad. Que los encuentros más importantes de la existencia ocurren porque hay almas que habían planificado encontrarse, porque el universo había conspirado para que se chocaran y todos los antiguos cimientos se destruyeran junto a los miedos.

No importan las veces que hayas implorado que llegase un amor de verdad mientras observabas la estrellas, si no estaba destinado a llegar a ti en ese momento es porque debías esperar. Y en el momento duele, cuando la soledad aprieta consigue hasta hacerte sentir pequeña, pero cuando aprendes a convivir con ella, cuando ya no piensas en lo que antes sentías que te faltaba, todo da un vuelco y la vida te obsequia.

Siempre en el momento en el que ya no pides nada.

La chica que no deja de soñar entonces entendió que los ritmos del destino se dan con tranquilidad, que todo está marcado en el telar de las Nornas nórdicas de las que tanto le gusta hablar, que la impaciencia se cura enfocándose en el futuro que se quiere conseguir y que es justo en el momento en el que se está a punto de acabar un año importante, cuando la vida sorprende y presenta a esa persona que se debía conocer.

Y al saber sobre su vida entendió porque no había llegado primero, y todo cobra sentido. Todas las lágrimas por las historias que salieron mal, por las veces que la hicieron sentir menos, todas las noches de dudas, de rezos a Odin y Freyja, de hablar con sus cuervos. Todo cobra el sentido que debe cobrar.

La chica que no deja de soñar, perdida en Cassiopeia, sonríe porque la persona que ha aparecido es quien siempre deseó que llegara. Alguien a quien le gustasen sus rarezas, que la diera libertad, que no le cortase las alas y la aceptase tal cuál es, con todas sus virtudes y con ese montón de defectos que a quién dice que la hacen especial, que aceptase a la gente importante para ella y los arropara. Alguien que la hiciera sentir especial, que fuese diferente a los demás.

La vida siempre sorprende, unas veces para bien y otras veces para mal. Y cuando lo hace para bien quizás no deberíamos sorprendernos tanto, porque quizás sí nos merecíamos un poco de luz entre tanta oscuridad.

La chica que no deja de soñar sonríe al escribir estas letras. Heilung suenan en los cascos y la transportan a un viaje onírico de guerreros nórdicos donde los dioses siempre se ponen a favor de quienes luchan hasta el final. Ella recuerda todo lo sucedido los días anteriores y vuelve a sonreír. Demasiadas cosas buenas en poco tiempo.

La chica que no deja de soñar cruza los dedos e implora a sus cuervos porque todo siga así. Si es a mejor, que crezca a mejor, pero que al menos permanezca igual.

A veces debemos confiar un poco más en lo que nos está destinado y entender que todo llega en el momento adecuado, no antes ni después, que debemos fluir, dejar fluir, para que los ritmos se adecuen y lo que es para nosotros vibre. Solo en la vibración adecuada podremos tropezar con el alma adecuada.

La chica que no deja de soñar lanza un beso hacia las estrellas. Llegará a dónde tenga que llegar.

RAÍCES

Pequeñas constelaciones,

La chica que no deja de soñar se siente inquieta. Busca la Luna de Nieve tras el cristal de la ventana. La siente, pero no puede verla. La oculta una gran nube negra.

Cierra los ojos y le implora que salga de su escondite. Necesita su brillo más que nunca.

Necesita respuestas para los sueños de noches anteriores. Siempre ha recibido señales en sus sueños. Sabe que esta vez también tratan de decirla algo, que hay un mensaje a descifrar. Igual que cuando la habla su padre y la abraza, y al despertar se levanta reforzada y más segura de sí misma.

La chica que no deja de soñar presiente que ha llegado el momento de no postergar más el cambio que los elementos llevan pidiéndola a gritos desde Samhain. Es tiempo de centrarse en su yo espiritual para que todo su alrededor vuelva a resurgir con la vibración adecuada.

La época oscura ya quedó atrás. Los graznidos de su cuervo preferido ya no están para alertarla del peligro de seguir estancada en el mismo sitio, ya no están para azuzarla y darla fuerzas para hacer frente a sus miedos y avanzar.

Ella sabe que ahora está sola y que ya no puede abandonarse más.

Siente sus raíces en cada gota de su sangre, su esencia nació para pelear cualquier batalla y enfrentarse a todo aunque el pánico la susurre en la nuca que caerá derrotada.

La chica que no deja de soñar prende las velas y el incienso y se sienta en la cama con las piernas cruzadas.

Cierra los ojos otra vez. Necesita respuestas y sabe que solo las hallará en su interior si es capaz de escuchar.

Nadie la conoce mejor de lo que se conoce a sí misma. Es consciente de todos sus defectos, de todo lo que no la gusta en su vida y de todo lo que quiere cambiar. Sabe que la batalla más dura la vive cada día para hacer frente a su ansiedad, a la incertidumbre del no saber qué sucederá en ese futuro sin cerrar por el que está peleando con todas sus fuerzas.   

Se centra en su respiración. Reza a la Luna Llena para que la ayude a limpiarse de todo lo negativo, para que la regale su brillo y la muestre el camino de regreso a casa. Allá donde la motivación para cuidarse tanto por dentro como por fuera nunca la abandonaba. Allá donde las sonrisas se prendían solas con cualquier canción. Allá donde se sabía fuerte e indestructible y nada la alteraba. Allá donde nunca miraba para atrás ni para coger impulso. Al fin y al cabo, tampoco hacía tanto tiempo que se había desviado. Aunque una parte de aquella mujer ya no la quiera recordar más, hay otra parte que echa mucho de menos.

La chica que no deja de soñar necesita transportarse a otro mundo. A un mundo donde la oscuridad y la luz se funden para completar almas. A un mundo donde los cuervos graznan, donde la tierra vibra y se deshace en barro mojado por la lluvia para abrazar cada paso pronunciado, donde la claridad de la luna irradia traspasando la piel. Allí donde traslucidas las venas muestran la fortaleza de las raíces de su árbol.


La chica que no deja de soñar busca Danheim en su móvil y da al play en Youtube. Suena Hefna.

Entra en el trance de la guerrera que se reconstruye desde adentro. Que se acepta todas las imperfecciones, que se limpia y se desprende de todo lo que sabe que ha de eliminar de su vida, que se reconstruye como tantas veces sabiendo que esta vez no será como las demás.

Expira. Inspira. Siente a la Luna. Sabe que este camino ha de hacerlo sola, pero que también hay un montón de energías latiendo desde otro lado haciéndose escuchar. Puede oírlas a lo lejos. Hablan con voz clara y tono directo. La regañan. Y ella sabe que es por su bien.

Inspira. Expira. Sus pulmones se expanden. La época oscura ya ha quedado atrás. Ya no se siente pequeña ni perdida en medio de la nada esperando que la nieve desactive los latidos de su corazón para que las adversidades no la duelan. Aunque la queda mucho camino por recorrer para llegar a su meta, ahora ya sabe dónde está y tiene muy claro hacia dónde se va a dirigir, y en qué manos no caerá jamás.

Expira. Inspira. Siente la claridad de la Luna de Nieve fulgurando entre el polvo de estrellas que la compone. Allí resplandecen todas sus grietas. Las grietas de heridas que ya no sangran. Están cerradas y ya no tiene miedo a que la vida la produzca más. Sabe que más tarde o más temprano sanará.

Inspira. Abre los ojos y sonríe. Una voz en su interior la dice que es tiempo de florecer. Que cuando llegue la primavera ha de pillarla con una sonrisa gigantesca prendida en sus labios, con la fuerza de una guerrera pulsando indestructible en su interior, con un fuego llameante dentro de su corazón. Porque ella nació para brillar, para aprovechar cada instante como si fuera el último, para vivir momentos inolvidables que inmortalizar en recuerdos, para latir sin silenciarse, para incendiar el mundo e incendiarse. Sin miedos, sin preocupaciones excesivas, sin lastres. En libertad.

La chica que no deja de soñar observa la noche a través del cristal de la ventana.

Una carcajada se escapa desde el fondo de su garganta al encontrarse a la Luna brillando sin rastro de nubes. Y tras ella, volando cerca: sus ángeles. Cuidándola. Como siempre.

Le guiña un ojo dándole las gracias. Siempre que la reclama sale de donde quiera que esté para ayudarla.

Lanza un beso de polvo de estrellas. Llegará a donde tenga que llegar.

https://www.youtube.com/watch?v=ujPAlm_DHo0

ALMA PERFECTA

Pequeñas constelaciones,

Nos preocupamos tanto por tener un cuerpo perfecto que nos olvidamos de lo más importante: tener un alma perfecta.

Que nuestra mente esté equilibrada junto con los latidos del corazón.

¿Por qué nos empeñamos en que vayan en dirección contraria?


De nada sirve amarnos por fuera si no nos conocemos por dentro, si no tenemos los muebles de nuestra alma colocados en el lugar indicado donde deben estar.

Cada ser humano somos el conjunto de decisiones tomadas, tanto las buenas como las erróneas. De sueños por cumplir que nos alimentan y de ilusiones conseguidas que nos ayudan a mantener la esperanza. De amores que nos peinan las alas y desamores que nos destrozan al completo. De llegadas y de despedidas continuas. De perder a las personas importantes de nuestra familia y aceptar la muerte como un proceso más de la vida. De sonrisas que nos dan calor y de lágrimas que nos hacen tiritar de frío. De cicatrices cosidas a suspiros y heridas que aún sangran.

Nadie está intacto. Todos tenemos rasguños. Es lo bonito de vivir y de experimentar nuestras consecuencias.

¡Qué importante es vaciar la mochila de los días gastados! ¿Verdad? Dejarlos atrás y soltar para volver a empezar. Comenzar todas las veces que sea necesario para seguir respirando, para experimentar cada día como se merece. Para aprovecharlo como si fuera el último, como si nos fuéramos a morir al día siguiente.

Qué importante y qué jodidamente difícil…

 ¿Cuántas veces hemos cambiado los muebles de sitio?

Sin quedar a gusto.

¿Cuántas veces nos hemos caído y levantado?

Cansados.

¿Cuántas veces hemos buscado respuestas en el silencio de la naturaleza queriendo encontrar señales que nos digan algo?

Sin respuesta.

¿Cuántas veces nos ha pillado la madrugada observando a través del cristal de la ventana con una tila en la mano para deshacer los insomnios acumulados?

Latidos desacelerados.

¿Cuántas veces hemos agotado el cuerpo para conseguir el silencio de la mente?

Tantas.

Demasiadas.

Hasta el colapso.

Hasta que llega el momento de mirarse al espejo y aceptar que hay algo dentro de nuestro interior que no va bien. Que una parte de nosotros se siente rota y a la vez vacía, sin equilibrio. ¡Cómo duele! ¡Cómo desangra!

Hasta que aceptamos que hemos dejado de brillar otra vez porque no nos encontramos, que no podemos escucharnos porque hay interferencias en el dial que no nos permiten hacerlo.

Hasta que aceptamos que la ansiedad nos está devorando y que debemos parar en seco para no matarnos. Aunque eso nos haga sentirnos como un guerrero derrotado, magullado y débil y que no tiene ni idea de cómo levantarse.

Hasta que aceptamos que debemos refugiarnos en nuestros propios brazos y respirar hondo. Muy hondo. Hasta que nos sintamos totalmente preparados para volver con fuerza, para alzarnos. Siempre con la cabeza alta.

¿Por qué vemos siempre lo perfecto en los demás y no conseguimos reconocernos a nosotros mismos? ¿Por qué nos postergamos? ¿Por qué nos vamos dejando de escuchar? ¿Por qué nos es tan fácil mirar hacia afuera y tan difícil pararnos a observar adentro?

En lucha para conseguir mi alma perfecta. En busca de respuestas. En busca del equilibrio necesario, la luz entre las sombras, la esencia.

Un beso de polvo y magia hacia las estrellas.

Llegará a dónde tenga que llegar…

https://www.youtube.com/watch?v=CDMIbVFCz7A

MI VOZ...

Pequeñas constelaciones,

El calendario marca un nuevo año. Uno de enero del 2021.

Afuera graniza. Los montes cercanos tienen sus picos algo nevados. Las vistas son espectaculares. Las observó durante unos minutos con la mirada perdida, como queriendo que me susurren algún mensaje.

Parece que el invierno está aquí y que tiene muchas cosas que decir. O quizás me lo parece a mí porque necesito una señal que me ayude a encontrar respuestas.

Dicen que será un año mejor que el fatídico 2020 que dejamos atrás. Un año lleno de posibilidades a descubrir. Para mí el 2020 no ha sido tan malo. Ha sido un año de finalizar estudios, de empezar otros que marquen el destino de mi futuro. Y he salido vencedora. Pero lo he terminado tan agotada mentalmente, que parece que mis pilas internas necesitan recargarse.

Sé que debería enmarcar en rojo las nuevas metas a conseguir. Para eso compré la agenda de Frida Kahlo. Quizás anotándolas sea más fácil luchar por ellas. Sin embargo, este año todo está siendo distinto.

En otras circunstancias, haría quince días que las tendría apuntadas. Pero esta vez no. Estoy tardando. Demasiadas dudas. No sé ni por dónde empezar.

La tormenta se acerca. Puede escucharla cada vez más próxima y eso me da un poco de esperanza. Me encantan las tormentas porque siempre me relajan. Y es justo eso lo que necesito ahora.

Agua, granizo, tormenta. ¿Será que la naturaleza trata de decirme algo?

Siempre tan de señales. Siempre atenta.

Miro por la ventana mientras se me enfría el último café del día. El último café del uno de enero, y pienso en mis sueños.

En esos sueños que siempre me han ayudado a sobrevivir con una sonrisa en mis días grises.

Sueños literarios. Porque sí, mis sueños siempre han ido vestidos de palabras. No sé si buenas o malas. Tan solo: palabras.

También por ellos estoy dudando. Porque la única constante que siempre se ha mantenido en mi vida se está tambaleando.

Últimamente la inspiración me falla. Las palabras se repiten, los sentimientos giran en torno a las mismas sensaciones. Al igual que los días. Demasiado rutinarios. Quizá sea por eso que me siento como si estuviera escribiendo en un continuo déjà vu. Y como lectora sé que eso no es bueno.

Siento que mi voz se está apagando. Quizás es que necesite de silencio para regresar con más fuerza, ganas e ilusión. Porque en este nuevo año, donde ya debería haber apuntado todos esos proyectos nuevos a escribir, que ya están perfilados en las libretas, la agenda sigue en blanco.

Y eso al igual que el granizo y la nieve... Es una señal.

Quizás. Quizás. Quizás. Comienzo este mes con un montón de quizás tanto en mi cabeza como en mi corazón, y solo puedo suspirar esperando a que esta sensación se vaya. Intento apagarlas con Netflix, con horas de series y películas que apaguen este sentimiento que me asfixia.

Es por eso que he decidido esperar a ver qué pasa. He lanzado las runas y me han dicho que debo pararme a reflexionar antes de avanzar. Diferente pregunta. Misma runa. Eso también es un mensaje. 

Así que he decidido el permitir a Odín que me brinde lo que desee. Esperar a que la naturaleza me exprese lo que tiene para decirme.

Intuyo que lo que más necesito ahora es mirar dentro de mí, desempañar la niebla, focalizar el futuro, lucharle, y dejar que el fuego arrase con todo lo que sobra.


Mirar adentro, arreglarme y acomodarme, para poder transmitir hacia afuera.

Silencio. Mi voz necesita silencio por un tiempo para recobrar fuerzas, para escuchar el susurro de otras voces de forma nítida.

La tormenta vuelve a latir. Ya está encima del tejado. El relámpago ha hablado. Voy a cerrar los ojos y a escuchar sus gritos para acompasarla a los latidos de mi corazón. Necesita llenarse de esa rebeldía inquebrantable.

La noche abraza cada esquina. Las farolas ya están prendidas. Miro al cielo. No puedo ver las estrellas pero sí sentirlas. Lanzo un beso. Hoy es más polvo, es más cenizas… 

No sé a dónde llegará... 

 

 

DESPERTAR EN TU MIRADA, de YOLANDA REVUELTA

Pequeñas constelaciones, Hace mucho que no escribo en este blog porque lo abandoné por otro universo paralelo. Al igual que dejé de escribi...