UNA CARTA EN EL BUZÓN

Pequeñas constelaciones que brilláis en en universo,

La chica que no deja de soñar se ha levantado demasiado pronto harta de no poder conciliar el sueño.

Ha pasado una mala noche. Ansiedad. Insomnio. Tilas. Respiraciones en busca de la ansiada relajación. Dicen que le pasa a muchas personas en esta situación. A ella eso no la consuela.

Lleva semanas demasiado reflexiva. Cuestionándose toda su vida, su futuro, lo que tenía antes de, lo que ya no quiere tener y lo que sí la gustaría y aún no tiene.

Esta mañana todavía la sacude una de las miles crisis existenciales que la bombardean el cerebro durante el año. 

Maldita estrella libriana que ilumina su sangre y pretende tenerlo todo bajo control.

Observa su calle desde la ventana del salón. La no vida presente es mucho más no vida a esas horas de la mañana. No pasa ni un coche. Ni una voz de los vecinos. Solo el cantar alegre de los pájaros.

Otea el horizonte cuando el graznido de un cuervo llama su atención.

Es entonces cuando ve sobresalir un sobre blanco del negro buzón colgado en la pared de la puerta de entrada a la finca. Ese sobre no estaba ayer ahí. 

—¿Quién lo habrá dejado? —se pregunta.

Es imposible que la cartera haya pasado. Solo hay servicios puntuales durante el Covid.

Cuando sale al jardín en busca de esa carta, el cuervo emprende el vuelo y revolotea sobre su cabeza. Ella no lo sabe todavía pero él ya ha cumplido su misión de entrega.

Observa el sobre. No tiene remitente.

Tan solo es una carta de sobre amarillento y arrugado. Como si hubiera sufrido demasiadas inclemencias antes de llegar a su destino.

Siente hormiguear los dedos de las manos.

Se acurruca en el sofá, bajo su manta preferida. Blanca. De pelo. Del mismo color que la nieve.

Da un trago al café antes de abrir el sobre, como si tuviera que prepararse con su sabor amargo antes de recibir más.

Dentro hay un folio amarillo doblado dos veces.

Lo despliega y nada más ver la letra, la reconoce. No le hace falta bajar la vista para ver la rúbrica del abajo firmante.

Su corazón se salta un latido.

«Sé que no son buenos tiempos. Sé que te están fallando las fuerzas en algunos momentos. Que tras esa sonrisa tímida se esconden muchas dudas y algún que otro miedo. 

Recuerda que las guerreras también necesitan reposar antes de seguir luchando. También necesitan cuidar sus armas, afilarlas con la vista puesta en el horizonte, dejando que el devenir del tiempo acontezca sin aparentes cambios.

Eres fuerte. No has sobrevivido a todo lo que te ha sacudido el alma para rendirte justo ahora.

Sé que te araña el tiempo perdido. Que echando la vista atrás fue demasiado. Sé que esta pasiva inactividad te está desquiciando. Pero no pierdas de vista que sigues luchando por tu futuro aunque el mundo se haya paralizado momentáneamente.

Dejaste el pasado atrás. No enloquezcas ansiando que todo se acelere. El destino es este y no lo puedes cambiar. Deshazte de esa ansiedad, no la alimentes. Sabes que no te hace bien. Tan solo transfórmala en sueños, en ilusiones de cosas por hacer. 

Anota todo en esa libreta de unicornios que tienes para que cuando esto cambie, cumplas cada una de las cosas ahí anotadas ¿de acuerdo? Sin procrastinar. 

Vive el presente, saca el lado positivo a todo lo que está sucediendo. Te regalé la libertad de pensar por ti misma, de poder luchar y de crecer, pequeña. No necesitas nada más.

Sabes que conseguirás aquello que quieras. Porque cuando tú quieres algo de verdad te dejas la piel, el sudor y las lágrimas hasta que lo obtienes. Sea de la forma que sea. Ambos lo sabemos.

No estás sola. Aunque te sientas sola. Yo jamás te dejaría a tu suerte.

Así que levanta esos ánimos. Sigue estudiando y dando lo mejor de ti. No importa dónde estás hoy, ni dónde estuviste ayer, importa dónde estarás mañana. Y estarás dónde tú quieras estar.

Aprovecha estos sucesos para dar más valor a lo que tenías “antes de” y sigues teniendo ahora. Y deja de pensar en lo que crees que te falta. No malgastes ni un solo segundo en ello.

Respóndete esto: ¿Si murieras ahora te lo llevarías contigo? Es así de sencillo. Te llevas lo que tienes. Saboréalo todo.

Así que sonríe por todo lo que tienes, que es mucho, y es lo que camina, a cada paso, contigo.

Sigue siendo como eres. Única e irrepetible. Excéntrica. Soñadora. Realista. Nerviosa. Capaz de regalar calma a los demás. Loca. Cantarina. Demasiado sensible. Cabezota. Empática. Dulce. Demonio.

Sigue viviendo a corazón abierto y sin cadenas. Recuerda que te quiero libre. Nadie volverá a apagarte jamás. Ni tú a ti misma ¿de acuerdo?

Sigue luchando por tus sueños. Aunque se transformen. Aunque a veces sientas que se derrumban y se desdibujan. Ellos te ayudarán a sentirte viva.

No te hundas. Porque no te lo permito.

Cuando sientas que la oscuridad te abraza con su frío, mira al cielo. Estoy justo allí arriba. Brillando para tí, pequeña. Los tres lo estamos.

Puede que pienses que nos separan millones de años luz, pero esta carta tampoco ha tardado tanto en llegar ¿no? He cruzado un arcoíris y un bosque umbrío a la velocidad de dos de tus latidos.

Estoy más cerca de lo que crees. Estamos.

Yo regresaré del otro mundo siempre que lo necesites. Solo tendrás que susurrar mi nombre tres veces, poniendo la mano izquierda sobre las flores que llevas tatuadas. Cabalgaré a lomos del negro plumaje de Munin para llegar a ti. No lo dudes jamás. 

Recuerda que «Los edificios arden, las personas mueren, pero el amor verdadero es para siempre...»

Estoy muy orgulloso de ti. Así que la cabeza bien alta y el corazón siempre guerrero, recuerda cómo es tu sangre. Rebelde. Siempre. Rebelde.

Así que sonríe, brilla y sigue luchando. 

Te quiero, aunque no te lo dijera nunca. 

Antes. Ahora y siempre.

Eres mi pequeña ¿cómo no iba a hacerlo?

Mucha fuerza y valentía. Mírate en el espejo y encuéntrame en tus ojos marrones. Sigo ahí.

Un abrazo de los nuestros, Papá.»

La chica que no deja de soñar se seca las lágrimas.

Ahora entiende que el sobre estuviera tan desgastado. Venía del otro mundo directo a su corazón.

Necesitaba sentirle cerca para creerse más fuerte. Lo había conseguido. Aquel mensaje era lo que su alma demandaba desde hacía días. Junto a él la vida siempre había sido más fácil.

La chica que no deja de soñar se toca la estrella roja que lleva tatuada en el hombro izquierdo. El nombre de su padre bajo ella. Desliza las yemas de sus dedos sobre las flores que adornan su pecho.

Y la fuerza que necesita para seguir peleando late en cada gota de sangre de sus venas.

Pronuncia una amplia sonrisa mientras la vida comienza a despertar a través del cristal de la ventana.

Lanza un beso de polvo de estrellas hacia las nubes. Ve alejarse al cuervo negro. Sabe que él lo llevará escondido en su pico hasta depositarlo en el lugar dónde debe estar. 

Pequeñas constelaciones, dadle al “play” y bailad! Y que el fuego del universo os haga brillar.




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