¡¡FUERA, GRINCH!!

Queridas constelaciones,

La chica que no deja de soñar mira por la ventana.


Las luces navideñas de los vecinos ya están prendidas.


El viento sopla fuerte y la lluvia golpea el cristal arrastrándose. Ds un sorbo al café caliente mientras reflexiona.


Este año no tiene ilusión. No sabe cuándo pondrá el árbol blanco de bolas rojas, ni si lo llegará a poner. Demasiadas dudas y muy pocas ganas. Cuando hace años se moría por decorar la casa entera aunque no se lo permitieran.


Hace tiempo que las Navidades dejaron de gustarle. Desde que su padre falta a la mesa. Sin embargo, otros años permite danzar a su espíritu aniñado y se convierte en un duencecillo sonriente que decora, que hace galletas de jengibre y canela, que se pasa el tiempo preparando detalles pequeños y regalos para la gente que quiere.


La chica que no deja de soñar, este año no tiene ganas de nada.



Ha pensado escribir una pequeña carta a sus personitas. Pero las palabras se la esconden, las musas han decidido quedarse mudas y la inspiración no llega para crear algo bonito que merezca la pena.


Seguro que Aida la diría: mientras sea tuyo ya merece la pena. Pero hoy no la basta con eso.


Suspira hastiada mientras le da otro sorbo al café.


Observa la libreta. El bolígrafo está preparado para escribir, pero no puede.


La falta la luz de la Navidad. Está a oscuras. Igual que el cielo cuando le dominan las nubes negras.


Lo mismo si pusiera el árbol y prendiera las luces de colores... 


La chica que no deja de soñar lo intenta, desea no ser un grinch cascarrabias este año, de verdad que lo desea.


Demasiados días sin poder abrazar a su mejor amiga están haciendo mella, demasiados días sin energía, demasiados días de encierros y nueva normalidad.


No es capaz ni de abrir su corazón y dejarlo sangrar en palabras.


La chica que no deja de soñar apura el último sorbo del café y se calienta las manos al posarlas sobre la taza.


La lumbre encendida la recuerda los antiguos inviernos. Sonríe perdida en la nostalgia. Aquellas sí que eran Navidades. El olor a chocolate con churros, a castañas, a lumbre, a galletas y bizcochos...


La chica que no deja de soñar suspira, observa el cielo y lanza un beso de polvo de estrellas. A algún lugar llegará...

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